Bucear puede ser una actividad fascinante y entretenida para todos aquellos que tienen acceso a ella, aunque tiene sus riesgos. Más allá del equipo y el entrenamiento, el punto es que no se puede ir demasiado profundo. Enfermedad por descompresión, narcosis de nitrógeno o toxicidad del oxígeno son tres de las tantas condiciones que una persona puede sufrir si no se toman los recaudos necesarios, pero el límite sigue estando allí de todas formas. Como entretenimiento, no se recomienda realizar sesiones de buceo más allá de los 40 metros de profundidad, mientras que buzos expertos y con amplio entrenamiento (incluyendo el militar), consideran como límite máximo para el "buceo técnico" los cien metros de profundidad. En comparación con los abismos que existen en el océano, apenas bajamos unos escalones.

Según un inventor estadounidense, una de las limitaciones más importantes a la que se enfrentan los buzos, que es la enfermedad por descompresión, podría quedar descartada gracias a un nuevo traje que habilita a su usuario para respirar líquido. El inventor es Arnold Lande, un cirujano cardiovascular retirado de 79 años. La idea de respirar líquido puede parecer una mezcla entre extraña y fatal, pero no sólo la ciencia ficción ha explotado este concepto, sino que ya es utilizado por la medicina en casos de bebés prematuros. El traje le permite a su usuario inhalar perfluorocarbonos con una alta concentración de oxígeno, mientras que el dióxido de carbono sería expulsado a través de una "branquia mecánica" instalada en la arteria femoral.
Aunque se trate de una simple patente, son muchas las fuentes que coinciden en que la respiración líquida funciona. Por supuesto, su utilización práctica dependería exclusivamente de la situación, aunque como ejemplo cercano es posible recordar al derrame de petróleo en el Golfo de México. La dificultad para cerrar el pozo se centró en la profundidad a la que se encontraba. Si un equipo de buzos hubiese podido bajar de forma segura, el resultado hubiese sido diferente. El resto del proceso se reducirá a encontrar fondos, desarrolladores, y por supuesto, voluntarios.
Fuente: The Independent
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